En una calle casi inhabitada se encontraba
un niño de once años, por lo visto muy apurado, llamado Oliver. Este niño
parecía estar corriendo sin rumbo, intentando encontrar un lugar rápido y
lejano para esconderse. Pero para averiguar a dónde iba tendríamos que
retroceder un año atrás.
El Sr. Augusto Gonzáles y su esposa Manuela,
estaban en una crisis económica. Pero antes de esta crisis esta era una familia muy enriquecida de un
pueblo cercano de Londres. A causa de esto tuvieron que dar en adopción a su
hijo, a la edad de dos años, Oliver.
Este fue llevado a un orfanato en el pueblo de
Tenby, dónde lo recibieron el dueño, Cornelio Di Franco y su ayudante Cristóbal
Fernández. A medida que Oliver iba creciendo Cornelio lo iba tomando mas como
un propio trabajador del orfanato.
Cuando Oliver cumplió la edad de diez años, al
orfanato entraron un niño y una niña. Como eran nuevos, Oliver decidió
presentarse:
-Hola… - dijo nervioso – yo soy Oliver…
-¡Hola! Yo soy Tina. Un gusto.
-Y yo soy Julián, un gusto, también de mi parte.
Y a partir de esa
simple conversación, comenzó una amistad que cada día sería más grande. A
medida que los niños se fueron conociendo, Oliver les contó lo que hacía en el
orfanato.
-Yo me encuentro aquí desde que tengo dos años. El Sr.
Cornelio desde chico siempre me hacia hacer los deberes del lugar y hasta, a
veces, me castigaba porque supuestamente le molestaba mi presencia y no me daba
de comer o me dejaba horas encerrado en mi habitación.
-En serio! Me parece muy injusto e inapropiado para un chico
de tu edad.-dijo Tina.
-¿No te cansas de ser explotado de esa manera? - pregunto
Julián.
-Sí, pero, ¿que mas puedo hacer?
Entonces en ese
momento, a Julián se le ocurrió un plan. El plan consistía en lo siguiente: Ya
que Tina era la más chica de los tres, ella se metería en la tubería hasta la
oficina del Sr. Cristóbal, porque entre los niños se rumoreaba que sabían dónde
se encontraban las llaves de la puerta principal del orfanato. El punto de este
plan era hacer que todos los niños que quisieran escapar de allí lo hicieran. Pero
además, una vez salgan este grupo de amigos permanecerían y vivirían el resto
de su vida juntos.
Al día siguiente,
ya estaba todo listo para empezar el plan. Entre los niños se encargaron de entretener
a los trabajadores. Mientras, Tina estaba acercándose a tomar las llaves de la
oficina. Las tomó y salió rápidamente a encontrarse con Oliver y Julián.
Ya en el atardecer decidieron llevar a cabo
este gran plan. Todos los niños estaban haciendo formaciones y preparándose
cosas para llevarse, algunos metieron la comida del almuerzo en sus bolsillos y
mochilas. Todo ya estaba listo solo faltaba que Oliver abriera las puertas.
Llegó el momento.
Oliver se acercó pero algo lo interrumpió. El Sr. Cristóbal llegó y, muy
sorprendido, intentó detener todo urgentemente; pero los niños, antes de que
pudiera hacer algo, se lanzaron contra él e impidieron que pudiera moverse. Los
demás huyeron lo más rápido posible.
Oliver quedó fuera
esperando la salida de sus dos amigos pero cuando logró ver algo, solo vio a Julián
y Tina todavía dentro, mientras eran maltratados por los trabajadores de allí.
El no podía hacer nada y sentía mucha culpa, pero como era un niño ya no tenía
esperanzas. El fue finalmente decidió ir hacia el centro de la ciudad, sin
saber lo que podría pasar, ya sin sus amigos para el nada tenía sentido.